Outer Wilds no nació en un gran estudio ni con un equipo de decenas de personas. Todo comenzó como un proyecto de tesis de Alex Beachum, mientras cursaba su maestría en diseño de videojuegos en la University of Southern California (USC). Su idea: crear un juego de exploración espacial donde la curiosidad del jugador fuera el principal motor.
Inspirado por obras como The Legend of Zelda: Majora’s Mask y el espíritu de exploración de 2001: A Space Odyssey, Beachum diseñó una experiencia basada en un bucle temporal de 22 minutos, en el que el universo termina con una supernova y el jugador debe descubrir por qué.
El prototipo original llamó la atención rápidamente. Ganó el Seumas McNally Grand Prize en el Independent Games Festival en 2015, aún en fase alfa. Ese impulso llevó a que Beachum se uniera a Mobius Digital, un pequeño estudio independiente con sede en Los Ángeles, para desarrollar el juego completo.
El equipo estaba formado por desarrolladores con experiencia diversa, algunos venían del cine, otros de la música o la animación. Todos compartían una visión: crear un juego donde el jugador se sienta como un verdadero explorador, sin misiones ni marcadores.
A diferencia de la mayoría de los títulos contemporáneos, Outer Wilds no tiene un camino fijo ni un tutorial tradicional. El jugador puede ir a donde quiera desde el principio. Cada descubrimiento es significativo, cada ruina o planeta contiene una pieza del rompecabezas narrativo. Este enfoque intencional de diseño confía en la inteligencia y la curiosidad del jugador, y recompensa la observación más que la acción.
El guion del juego fue uno de los mayores retos. El equipo tuvo que construir una historia compleja, dispersa en textos, estructuras y pistas visuales, pero que tuviera sentido sin importar el orden en que el jugador la descubriera. El equilibrio entre misterio y claridad fue clave para que el bucle temporal no se volviera frustrante.
Aunque originalmente se pensaba como un juego gratuito, el crecimiento del proyecto y la necesidad de mantener un equipo a tiempo completo hicieron que Mobius Digital buscara un socio editorial. Así apareció Annapurna Interactive, que brindó apoyo financiero y ayudó a llevar el juego a una audiencia más amplia. El resultado fue un éxito rotundo: Outer Wilds recibió elogios de la crítica y ganó múltiples premios, incluyendo el BAFTA al Mejor Juego en 2020.
- El motor del juego es Unity, con numerosas herramientas personalizadas para representar la física planetaria.
- Todo el sistema solar del juego fue diseñado a mano, sin generación procedural.
- Algunos planetas, como Timber Hearth o Dark Bramble, pasaron por múltiples rediseños para lograr el tono exacto entre calidez y desconcierto.
- La música fue compuesta por Andrew Prahlow, quien creó una banda sonora minimalista y melancólica basada en instrumentos folk.
Outer Wilds es un ejemplo de cómo una idea clara, combinada con paciencia y pasión, puede convertirse en una de las experiencias narrativas más importantes del panorama independiente. Su desarrollo es también un recordatorio del valor de la curiosidad, tanto dentro como fuera del juego.